7. Viaje a Madrid. Roberto Aliste Gómez


Soñé que viajaba en la máquina del tiempo hacia el futuro. Llegaba así a Madrid, y al leer el periódico madrileño abc encontraba la siguiente noticia:
"Madrid, un día de un futuro posible"
"Esta mañana arribó a nuestra ciudad el profesor y escritor chileno Roberto Aliste Gómez, ganador del premio Cervantes por su novela "La Sociedad Pitagórica".
"A su llegada fue recibido en el aeropuerto por una delegación de la Sociedad española por los derechos de la comunidad homosexual, quienes se identifican con el protagonista de la novela, el profesor de matemática, Eugenio Morán, que tras su publicación en España, se ha convertido
en un icono para esta agrupación."
"Consultado el vocero de la agrupación nos señaló lo siguiente: Eugenio Morán, dignifica a un ser humano de condición gay, además lo hace muy atractivo ya que representa un personaje romántico y afectivo que vive una hermosa historia de amor. Como anécdota, les contaré que su ficticio departamento número 405, ubicado en la Avenida del Rey 2001, se ha convertido en un lugar de peregrinación, como si realmente él hubiera vivido allí, lo que causa bastantes molestias a sus actuales moradores."
"Todo un suceso ha causado esta novela, y no sólo en el círculo gay, además en la comunidad española, que ve reflejada en la novela, muchos de los acontecimientos de la España de los últimos años. Además en la juventud, se ha despertado un genuino entusiasmo, por temas matemáticos, relacionados con números, que se ha traducido en la aparición de varios juegos, con estos temas. Además nacen por todas partes agrupaciones espontáneas que se autodenominan como filiales de la famosa "Sociedad Pitagórica".
Deje el diario sobre la mesa, allí estaban también algunos ejemplares de mi novela, que me habían pedido que autografiara , la tome y mire la contratapa y leí muchos de los pequeños comentarios que se decían de ella:
"Mas allá del Teorema de Pitagoras , materia obligada por las generaciones de estudiantes durante 25 siglos, se oculta una gran historia de amor, que continúa aún durante este tiempo."(1)
" Luego del Código Da Vinci, aquí un secreto más importante, que el anterior, es revelado y una sociedad secreta verdadera nos cuenta su historia." (2)
"La comunidad humana está condenada a repetir su historia, en cada nueva generación, a no ser que en algún tiempo histórico , un maestro y sus discípulos puedan alterar el curso de la historia."(3)
"Durante siglos, los estudiantes humanistas han aborrecido la matemática, he aquí una obra que nos permite acercarnos emocionalmente a esta ciencia de la cantidad y el orden del pensamiento." (4)
Papá, papá ya es la hora... escuche a los lejos, lentamente desperté y regresé desde un futuro posible. En el escritorio en desorden algunos capítulos de la "Sociedad Pitagórica" , podría terminar de escribirla o moriría en el intento, el profesor MB no era un profeta en su casa, era un simple papá que debería trasladar una vez más a su hija al colegio.-

6. La máquina del tiempo. H.Wells

Ante el escepticismo de sus amigos, un científico de finales del siglo XIX logra descubrir las claves de la denominada «cuarta dimensión» (el Tiempo) y construye un vehículo que le permite viajar físicamente a través del mismo. Cada tanto sus amigos se reúnen en su casa, pero en una ocasión el anfitrion no aparece. Luego de esperar un rato, sus amigos lo ven entrar en un estado calamitoso. Les cuenta la historia de cómo viajó a través del tiempo: con la intención de conocer el futuro de la humanidad se desplazó hasta el año 802.701, pero lejos de encontrar una sociedad en la plenitud de su desarrollo, ve un mundo en decadencia habitado en su superficie por unos seres hedonistas (los Eloi), pero sin escritura, inteligencia ni fuerza física.

El Viajero supone que así debió de terminar la humanidad tras de resolver todos sus conflictos existenciales, sin embargo, poco después descubre que estos seres viven con un inmenso miedo al subsuelo y a la oscuridad. El subsuelo está dominado por unas siniestras criaturas, los Morlock, otra rama de la especie humana que se ha habituado a vivir en las tinieblas y sale de noche para alimentarse de los Eloi que captura.

Tras hacer algunas exploraciones por los alrededores a su llegada al futuro, vuelve al lugar donde dejó la máquina del tiempo, pero ya no está; más tarde se percatará de que los Morlock la han encerrado en el pedestal de una estatua que representa a una Esfinge situada en el lugar donde apareció el Viajero del tiempo. Hace todo lo posible para encontrar un modo de recuperarla, y se encuentra con una enorme construcción, el Palacio de Porcelana Verde, un museo en ruinas. Allí recoge herramientas para abrir las puertas de bronce del pedestal de la estatua de la esfinge, pero cuando vuelve descubre que ya está abierta. Entra en ella, encuentra su máquina, y descubre que todo fue una trampa, pero escapa con su máquina antes de que los Morlock lo capturen. Tras abandonar esta era, el protagonista continúa su viaje avanzando aún más en el tiempo hasta llegar al borde de la finalización de la vida en el planeta Tierra, con una nueva era glaciar que casi destruye toda la civilización. Luego de millones de años, ve cómo el sol se detiene sobre el cielo en un crepúsculo eterno. Exhausto y atemorizado, vuelve a su época y le cuenta la historia a sus compañeros.

Nadie cree su historia, pero uno de los tertulianos habituales vuelve el día siguiente y ve cómo el viajero toma ciertas cosas de su laboratorio (entre ellas una cámara) y parte hacia el futuro para nunca más volver.


4. La suma de los días. Extracto de un blog

Santiago de Chile, 7 de Enero 2008

Hola amigos y amigas:

Estos días son fechas importantes que de alguna manera están relacionadas: el 6 de enero, en muchos países de América y localidades de España, se celebra el Día de Reyes, donde los reyes magos llegan con regalos a adorar al niño Dios. Razón por la cual los obsequios navideños llegan en esta fecha y muchos niños reciben sus regalos este día. Aquí en Chile, se ha juntado la navidad y la fiesta de los Reyes, el mismo día 25 de diciembre, razón por la cual, aquí todo el mundo se vuelve loco entregando regalos.

Mis costumbres de español madrileño de corazón, me hacen amar este día y añorar cada año a España, como decía Neruda, "España en el corazón".
Por otra parte, este día 7 de enero, tiene un especial significado, ya que es el cumpleaños de mi compañera de vida. Cuántas veces cuando joven, cuando era un pretendiente más de su amor, llegaba a su casa este día, para saludarla y estar cerca de ella.

Allá a lo lejos en California, en el condado de Marín, cercano a San Francisco, mirando el mismo océano que baña las costas de Chile. Sobre una pequeña colina está la casa de una gran escritora nuestra: Isabel Allende. Ella durante este día, se prepara para iniciar un nuevo libro, escribirá al amanecer del día 8, bajo la luz de las velas, las primeras líneas de su libro anual. Esto hace que el día 7 sea un día de recogimiento, nerviosismo y desvelo. Surgirá de nuevo un libro, o se romperá esta costumbre, iniciada con la "Casa de los espíritus".

Isabel Allende, durante los años 70, era una joven periodista, que escribía en la revista Paula, pequeñas crónicas que hablaban temas de mujeres, pero con cierto desenfado hacia los machistas y "trogloditas" espécimenes de hombres chilenos. Mi madre leía esta revista, y el breve escrito de Isabel, era tan potente en gracia, ocurrencia, que justificaba cada número de la revista, más allá de la moda, los cosméticos, etc. Fue tanto que había más hombres que mujeres que leían dicho artículos.

Posteriormente, Isabel Allende, comenzó a colaborar en una revista infantil, llamada Mampato, allí debía resumir y sintetizar grandes novelas de la literatura universal, para en capítulos colocarla a disposición de los niños, yo era uno de ellos, que leíamos la revista.

Vino la tragedia del 11 de septiembre de 1973, Isabel Allende, después de un tiempo, debió abandonar Chile. Pasó por varios países, realizó variados trabajos. hasta que un día 8 de enero, sumida por la melancolía y la nostalgia de Chile, comenzó una larga carta a su abuelo, carta que se convertiría en una portentosa novela llamada "La casa de los espíritus".

Vinieron luego, otras, "Como de amor y de sombra", un relato desde donde según una de mis estudiantes, ha salido a la vida este idealista profesor, que a su manera y a través de obras de teatro callejero, denunció los atropellos a los derechos humanos y se jugó por la libertad y la democracia, al igual que millones de anónimos compatriotas.

Al otro lado del mundo, en un pueblito cercano a Barcelona, Carmen Balcells, la agente de Isabel Allende, espera que ella de a luz su próximo libro.

Yo aquí en Chile, el día 8 de enero cumplo un mes del inicio de este blog . Que al parecer, como dice mi hijo, casi nadie lee. No tengo la suerte y el talento de Isabel Allende. Pero a mi manera, estos escritos diarios son mi terapia a la soledad y melancolía infinita de siglos.-

Basado en el texto conteste en su cuaderno las siguientes preguntas:

1.- ¿Según el texto, qué acción hace semejante la Fiesta de Reyes a la Navidad celebrada en Chile.?

2.- ¿Qué día del año la escritora Isabel Allende deja para iniciar un libro, por qué razón?

3.- ¿Cuál es la profesión original de Isabel Allende?

4.- ¿Cuál fue su primera obra literaria como escritora?

5.- ¿Qué crónica escribía en la revista Paula?

6.- ¿Cuál fue su aporte en la revista Mampato?

7.- Indique la diferencia en cuánto a los lectores a las que estaba dirigida la revista Paula y la revista Mampato?

8.- ¿Por qué la autora debió abandonar Chile?

9.- ¿El blog de donde se extrajó el texto fue escrito por Isabel Allende o por otro autor?


10.-¿Cuál es la motivación del autor para escribir este blog?


5. Destierro en Navarino. Roberto Aliste Gómez

El año 1926, el capitán de la policía Roberto Aliste Lizana llegó a la isla Navarino, en el extremo austral de Chile, para cumplir un destierro forzado, que le fue impuesto por las autoridades de Gobierno. Se lo castigaba por un amotinamiento de las fuerzas policiales y militares ocurrido en la ciudad de Punta Arenas, y donde él asumió una responsabilidad que no le correspondía, de forma de proteger a su superior.

El barco de la armada a cargo de la zona, lo llevó al lugar de su destierro y lo dejó abandonado allí a su suerte. La embarcación no pasaría de nuevo .hasta que transcurrieran dos años.

La isla estaba habitada por algunas familias de indígenas alacalufes, y era paso de aventureros que recorrían los canales magallánicos buscando oro o cazando lobos marinos. Cerca de la playa encontró una cabaña que seguramente había servido de refugio a alguno de ellos. Se instaló lo mejor posible, ordenando su equipaje y los alimentos que había podido traer.

A pesar de su soledad, el policía vestía correctamente su uniforme, incluso llevaba su espada, y cargaba la carabina que le permitiría sobrevivir por medio de la caza o protegerse de los poco escrupulosos aventureros de varias nacionalidades que recorrían esas tierras.

Ese día era Domingo, se levantó temprano y busco un delgado y largo trozo de árbol que le permitiera izar la bandera chilena. Su destierro no le impediría continuar con su obligaciones policiales pensó y aunque estaba solo en el lugar, ese era un pedazo de Chile. Y ahora él representaba al cuerpo policial en el lugar. Apenas estuvo listo, comenzó a izar lentamente la gran bandera que había traído desde Punta Arenas. La bandera llegó a tope y comenzó a flamear orgullosa movida por el viento magallánico y contrastando con el paisaje verde y el cielo azul lleno de nubarrones grises y obscuros.

Estaba observando la bandera cuando vio acercarse a un indígena que rondaba por el alrededor de la cabaña y miraba todo lo que él había hecho desde hacía rato. El hombre gesticulo en su lenguaje extraño mostrando la bandera.

Roberto no comprendió mucho, pero contestó instintivamente: _Es la bandera de Chile.

El indígena repitió: _Bandera, bandera...

Y estuvo prácticamente toda la mañana mirando como ésta se movía caprichosamente al compás del viento.

El policía ocupado en sus labores cotidianas de sobre vivencia, lo ignoró lo más posible.

Llegada la hora del mediodía en la cabaña en una antigua y tiznada olla humeaba una sopa improvisada. El policía colocó sobre la mesa un plato y se dispuso a comer. Estaba en eso cuando recordó al indígena que merodeaba por el sector, sirvió un plato y se lo pasó al indígena, este lo bebió sin usar cuchara y luego se sentó a mirar lo que el policía realizaba.

El solitario desterrado pensó en llamarlo de alguna manera, recordó la obra literaria del famoso naufrago que también había tenido un compañero y al conocerlo un día viernes lo había llamado de esa manera. Pero hoy era Domingo, señalando al alacalufe le dijo: _Tú eres Domingo.

El otro repitió: _Domingo, domingo.

Nació así una amistad, que se fue acrecentando con el tiempo. Roberto comenzó de a poco a comprender el lenguaje de Domingo y éste a aprender palabras del castellano. Las comidas juntos se multiplicaron y Domingo siempre llegaba a la escena del izamiento de la bandera y observaba con recogimiento.

A veces llegaba con alguna presa obtenida mediante la caza o con algún producto del mar.

Domingo le contó a Roberto sobre antiguas narraciones de su pueblo, le habló del miedo que su familia sentía por los extranjeros, luego de varias matanzas de miembros de esos pueblos a manos de los aventureros llegados a la región. El policía le explicó de forma sencilla varias veces el significado de la bandera, representaba a Chile, y ese territorio era chileno y ahora que él estaba allí representaba el orden y la protección por parte del país de todos ellos.

El alacalufe llevó a Roberto a conocer a su familia y a otros miembros de la raza nómada que vivía en aquellas tierras, aunque no se establecían y cambiaban de lugar, navegando en sus pequeñas embarcaciones por los canales de la zona. Incluso navegaron juntos.

Roberto se encontró algunas veces con grupos de loberos, impuso respecto con su uniforme y carabina. Y los que pasaban por la zona veían a lo lejos la bandera flameando, ese ya no era un lugar olvidado de la civilización, y la ley de la Republica aún alcanzaba allí. Esto disminuyó, al menos en la isla, los atropellos a los alacalufes del sector. Domingo reverenciaba la bandera y decía: _Domingo, chileno.

Pasaron dos inviernos crudos y fríos, y llegó el tiempo que debería volver el barco de la armada.

Roberto preparó su equipaje y le contó a Domingo que debería partir. Este estuvo varios día triste y un día dijo:

_ ¿La bandera también se marcha?

Roberto comprendió, además del cariño a él, los alacalufes habían aprendido a sentirse parte de Chile y la protección que este les daba, ahora nuevamente desaparecía...

Llegó el barco y los marinos que vinieron por él, le contaron: _La armada destinará un destacamento que permanecerá en forma permanente en Navarino, y luego se construirán las instalaciones de una base naval.

_Domingo, yo me marcho, pero la bandera se queda, ella seguirá flameando siempre en este lugar. ¡Tú eres chileno!...

Conteste en su cuaderno las siguientes preguntas, basado en la historia.

1.- ¿Cuál es la idea principal de la historia?

2.- ¿Por qué razón el policia rebautiza a su amigo alacalufe como "Domingo"?

3.- ¿Nombre que significaba la bandera flameando en la isla?

4.- ¿Indique si el policia, por su soledad, abandono o continuo con su vocación de policia?

5.- ¿Además de la pena por la partida de Roberto, cuáles son los temores de Domingo?

6.- ¿Por qué razón el capitán debe abandonar la isla?

7.- ¿Cada cuánto tiempo la armada visitaba el lugar?

8.- ¿Escriba un breve historia personal relacionada con la bandera chilena?



8. El ruido de un trueno.- Ray Bradbury


El anuncio en la pared parecía temblar bajo una móvil película de agua caliente. Eckels sintió que parpadeaba, y el anuncio ardió en la momentánea oscuridad:

SAFARI EN EL TIEMPO S.A. SAFARIS A CUALQUIER AÑO DEL PASADO. USTED ELIGE EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEVAMOS ALLÍ, USTED LO MATA.

Una flema tibia se le formó en la garganta a Eckels. Tragó saliva empujando hacia abajo la flema. Los músculos alrededor de la boca formaron una sonrisa, mientras alzaba lentamente la mano, y la mano se movió con un cheque de diez mil dólares ante el hombre del escritorio.

-¿Este safari garantiza que yo regrese vivo?

-No garantizamos nada -dijo el oficial-, excepto los dinosaurios. -Se volvió-. Este es el señor Travis, su guía safari en el pasado. Él le dirá a qué debe disparar y en qué momento. Si usted desobedece sus instrucciones, hay una multa de otros diez mil dólares, además de una posible acción del gobierno, a la vuelta.

Eckels miró en el otro extremo de la vasta oficina la confusa maraña zumbante de cables y cajas de acero, y el aura ya anaranjada, ya plateada, ya azul. Era como el sonido de una gigantesca hoguera donde ardía el tiempo, todos los años y todos los calendarios de pergamino, todas las horas apiladas en llamas. El roce de una mano, y este fuego se volvería maravillosamente, y en un instante, sobre sí mismo. Eckels recordó las palabras de los anuncios en la carta. De las brasas y cenizas, del polvo y los carbones, como doradas salamandras, saltarán los viejos años, los verdes años; rosas endulzarán el aire, las canas se volverán negro ébano, las arrugas desaparecerán. Todo regresará volando a la semilla, huirá de la muerte, retornará a sus principios; los soles se elevarán en los cielos occidentales y se pondrán en orientes gloriosos, las lunas se devorarán al revés a sí mismas, todas las cosas se meterán unas en otras como cajas chinas, los conejos entrarán en los sombreros, todo volverá a la fresca muerte, la muerte en la semilla, la muerte verde, al tiempo anterior al comienzo. Bastará el roce de una mano, el más leve roce de una mano.

-¡Infierno y condenación! -murmuró Eckels con la luz de la máquina en el rostro delgado-. Una verdadera máquina del tiempo. -Sacudió la cabeza-. Lo hace pensar a uno. Si la elección hubiera ido mal ayer, yo quizá estaría aquí huyendo de los resultados. Gracias a Dios ganó Keith. Será un buen presidente.

-Sí -dijo el hombre detrás del escritorio-. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendríamos la peor de las dictaduras. Es el antitodo, militarista, anticristo, antihumano, antintelectual. La gente nos llamó, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decían que si Deutscher era presidente, querían ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De todos modos, el presidente es Keith. Ahora su única preocupación es...

Eckels terminó la frase:

-Matar mi dinosaurio.

-Un Tyrannosaurus rex. El lagarto del Trueno, el más terrible monstruo de la historia. Firme este permiso. Si le pasa algo, no somos responsables. Estos dinosaurios son voraces.

Eckels enrojeció, enojado.

-¿Trata de asustarme?

-Francamente, sí. No queremos que vaya nadie que sienta pánico al primer tiro. El año pasado murieron seis jefes de safari y una docena de cazadores. Vamos a darle a usted la más extraordinaria emoción que un cazador pueda pretender. Lo enviaremos sesenta millones de años atrás para que disfrute de la mayor y más emocionante cacería de todos los tiempos. Su cheque está todavía aquí. Rómpalo.

El señor Eckels miró el cheque largo rato. Se le retorcían los dedos.

-Buena suerte -dijo el hombre detrás del mostrador-. El señor Travis está a su disposición.

Cruzaron el salón silenciosamente, llevando los fusiles, hacia la Máquina, hacia el metal plateado y la luz rugiente.

Primero un día y luego una noche y luego un día y luego una noche, y luego día-noche-día-noche-día. Una semana, un mes, un año, ¡una década! 2055, 2019, ¡1999! ¡1957! ¡Desaparecieron! La Máquina rugió. Se pusieron los cascos de oxígeno y probaron los intercomunicadores. Eckels se balanceaba en el asiento almohadillado, con el rostro pálido y duro. Sintió un temblor en los brazos y bajó los ojos y vio que sus manos apretaban el fusil. Había otros cuatro hombres en esa máquina. Travis, el jefe del safari, su asistente, Lesperance, y dos otros cazadores, Billings y Kramer. Se miraron unos a otros y los años llamearon alrededor.

-¿Estos fusiles pueden matar a un dinosaurio de un tiro? -se oyó decir a Eckels.

-Si da usted en el sitio preciso -dijo Travis por la radio del casco-. Algunos dinosaurios tienen dos cerebros, uno en la cabeza, otro en la columna espinal. No les tiraremos a éstos, y tendremos más probabilidades. Aciérteles con los dos primeros tiros a los ojos, si puede, cegándolo, y luego dispare al cerebro.

La máquina aulló. El tiempo era una película que corría hacia atrás. Pasaron soles, y luego diez millones de lunas.

-Dios santo -dijo Eckels-. Los cazadores de todos los tiempos nos envidiarían hoy. África al lado de esto parece Illinois.

El sol se detuvo en el cielo.

La niebla que había envuelto la Máquina se desvaneció. Se encontraban en los viejos tiempos, tiempos muy viejos en verdad, tres cazadores y dos jefes de safari con sus metálicos rifles azules en las rodillas.

-Cristo no ha nacido aún -dijo Travis-. Moisés no ha subido a la montaña a hablar con Dios. Las pirámides están todavía en la tierra, esperando. Recuerde que Alejandro, Julio César, Napoleón, Hitler... no han existido.

Los hombres asintieron con movimientos de cabeza.

-Eso -señaló el señor Travis- es la jungla de sesenta millones dos mil cincuenta y cinco años antes del presidente Keith.

Mostró un sendero de metal que se perdía en la vegetación salvaje, sobre pantanos humeantes, entre palmeras y helechos gigantescos.

-Y eso -dijo- es el Sendero, instalado por Safari en el Tiempo para su provecho. Flota a diez centímetros del suelo. No toca ni siquiera una brizna, una flor o un árbol. Es de un metal antigravitatorio. El propósito del Sendero es impedir que toque usted este mundo del pasado de algún modo. No se salga del Sendero. Repito. No se salga de él. ¡Por ningún motivo! Si se cae del Sendero hay una multa. Y no tire contra ningún animal que nosotros no aprobemos.

-¿Por qué? -preguntó Eckels. Estaban en la antigua selva. Unos pájaros lejanos gritaban en el viento, y había un olor de alquitrán y viejo mar salado, hierbas húmedas y flores de color de sangre.

-No queremos cambiar el futuro. Este mundo del pasado no es el nuestro. Al gobierno no le gusta que estemos aquí. Tenemos que dar mucho dinero para conservar nuestras franquicias. Una máquina del tiempo es un asunto delicado. Podemos matar inadvertidamente un animal importante, un pajarito, un coleóptero, aun una flor, destruyendo así un eslabón importante en la evolución de las especies.

-No me parece muy claro -dijo Eckels.

-Muy bien -continuó Travis-, digamos que accidentalmente matamos aquí un ratón. Eso significa destruir las futuras familias de este individuo, ¿entiende?

-Entiendo.

-¡Y todas las familias de las familias de ese individuo! Con sólo un pisotón aniquila usted primero uno, luego una docena, luego mil, un millón, ¡un billón de posibles ratones!

-Bueno, ¿y eso qué? -inquirió Eckels.

-¿Eso qué? -gruñó suavemente Travis-. ¿Qué pasa con los zorros que necesitan esos ratones para sobrevivir? Por falta de diez ratones muere un zorro. Por falta de diez zorros, un león muere de hambre. Por falta de un león, especies enteras de insectos, buitres, infinitos billones de formas de vida son arrojadas al caos y la destrucción. Al final todo se reduce a esto: cincuenta y nueve millones de años más tarde, un hombre de las cavernas, uno de la única docena que hay en todo el mundo, sale a cazar un jabalí o un tigre para alimentarse. Pero usted, amigo, ha aplastado con el pie a todos los tigres de esa zona al haber pisado un ratón. Así que el hombre de las cavernas se muere de hambre. Y el hombre de las cavernas, no lo olvide, no es un hombre que pueda desperdiciarse, ¡no! Es toda una futura nación. De él nacerán diez hijos. De ellos nacerán cien hijos, y así hasta llegar a nuestros días. Destruya usted a este hombre, y destruye usted una raza, un pueblo, toda una historia viviente. Es como asesinar a uno de los nietos de Adán. El pie que ha puesto usted sobre el ratón desencadenará así un terremoto, y sus efectos sacudirán nuestra tierra y nuestros destinos a través del tiempo, hasta sus raíces. Con la muerte de ese hombre de las cavernas, un billón de otros hombres no saldrán nunca de la matriz. Quizás Roma no se alce nunca sobre las siete colinas. Quizá Europa sea para siempre un bosque oscuro, y sólo crezca Asia saludable y prolífica. Pise usted un ratón y aplastará las pirámides. Pise un ratón y dejará su huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacerá nunca, Washington no cruzará el Delaware, nunca habrá un país llamado Estados Unidos. Tenga cuidado. No se salga del Sendero. ¡Nunca pise afuera!

-Ya veo -dijo Eckels-. Ni siquiera debemos pisar la hierba.

-Correcto. Al aplastar ciertas plantas quizá sólo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeño error aquí se multiplicará en sesenta millones de años hasta alcanzar proporciones extraordinarias. Por supuesto, quizá nuestra teoría esté equivocada. Quizá nosotros no podamos cambiar el tiempo. O tal vez sólo pueda cambiarse de modos muy sutiles. Quizá un ratón muerto aquí provoque un desequilibrio entre los insectos de allá, una desproporción en la población más tarde, una mala cosecha luego, una depresión, hambres colectivas, y, finalmente, un cambio en la conducta social de alejados países. O aun algo mucho más sutil. Quizá sólo un suave aliento, un murmullo, un cabello, polen en el aire, un cambio tan, tan leve que uno podría notarlo sólo mirando de muy cerca. ¿Quién lo sabe? ¿Quién puede decir realmente que lo sabe? No nosotros. Nuestra teoría no es más que una hipótesis. Pero mientras no sepamos con seguridad si nuestros viajes por el tiempo pueden terminar en un gran estruendo o en un imperceptible crujido, tenemos que tener mucho cuidado. Esta máquina, este sendero, nuestros cuerpos y nuestras ropas han sido esterilizados, como usted sabe, antes del viaje. Llevamos estos cascos de oxígeno para no introducir nuestras bacterias en una antigua atmósfera.

-¿Cómo sabemos qué animales podemos matar?

-Están marcados con pintura roja -dijo Travis-. Hoy, antes de nuestro viaje, enviamos aquí a Lesperance con la Máquina. Vino a esta Era particular y siguió a ciertos animales.

-¿Para estudiarlos?

-Exactamente -dijo Travis-. Los rastreó a lo largo de toda su existencia, observando cuáles vivían mucho tiempo. Muy pocos. Cuántas veces se acoplaban. Pocas. La vida es breve. Cuando encontraba alguno que iba a morir aplastado por un árbol u otro que se ahogaba en un pozo de alquitrán, anotaba la hora exacta, el minuto y el segundo, y le arrojaba una bomba de pintura que le manchaba de rojo el costado. No podemos equivocarnos. Luego midió nuestra llegada al pasado de modo que no nos encontremos con el monstruo más de dos minutos antes de aquella muerte. De este modo, sólo matamos animales sin futuro, que nunca volverán a acoplarse. ¿Comprende qué cuidadosos somos?

-Pero si ustedes vinieron esta mañana -dijo Eckels ansiosamente-, debían haberse encontrado con nosotros, nuestro safari. ¿Qué ocurrió? ¿Tuvimos éxito? ¿Salimos todos... vivos?

Travis y Lesperance se miraron.

-Eso hubiese sido una paradoja -habló Lesperance-. El tiempo no permite esas confusiones..., un hombre que se encuentra consigo mismo. Cuando va a ocurrir algo parecido, el tiempo se hace a un lado. Como un avión que cae en un pozo de aire. ¿Sintió usted ese salto de la Máquina, poco antes de nuestra llegada? Estábamos cruzándonos con nosotros mismos que volvíamos al futuro. No vimos nada. No hay modo de saber si esta expedición fue un éxito, si cazamos nuestro monstruo, o si todos nosotros, y usted, señor Eckels, salimos con vida.

Eckels sonrió débilmente.

-Dejemos esto -dijo Travis con brusquedad-. ¡Todos de pie! Se prepararon a dejar la Máquina. La jungla era alta y la jungla era ancha y la jungla era todo el mundo para siempre y para siempre. Sonidos como música y sonidos como lonas voladoras llenaban el aire: los pterodáctilos que volaban con cavernosas alas grises, murciélagos gigantescos nacidos del delirio de una noche febril. Eckels, guardando el equilibrio en el estrecho sendero, apuntó con su rifle, bromeando.

-¡No haga eso! -dijo Travis.- ¡No apunte ni siquiera en broma, maldita sea! Si se le dispara el arma...

Eckels enrojeció.

- ¿Dónde está nuestro Tyrannosaurus?

- Lesperance miró su reloj de pulsera.

-Adelante. Nos cruzaremos con él dentro de sesenta segundos. Busque la pintura roja, por Cristo. No dispare hasta que se lo digamos. Quédese en el Sendero. ¡Quédese en el Sendero!

Se adelantaron en el viento de la mañana.

-Qué raro -murmuró Eckels-. Allá delante, a sesenta millones de años, ha pasado el día de elección. Keith es presidente. Todos celebran. Y aquí, ellos no existen aún. Las cosas que nos preocuparon durante meses, toda una vida, no nacieron ni fueron pensadas aún.

-¡Levanten el seguro, todos! -ordenó Travis-. Usted dispare primero, Eckels. Luego, Billings. Luego, Kramer.

-He cazado tigres, jabalíes, búfalos, elefantes, pero esto, Jesús, esto es caza -comentó Eckels -. Tiemblo como un niño.

- Ah -dijo Travis.

-Todos se detuvieron.

Travis alzó una mano.

-Ahí adelante -susurró-. En la niebla. Ahí está Su Alteza Real.

La jungla era ancha y llena de gorjeos, crujidos, murmullos y suspiros. De pronto todo cesó, como si alguien hubiese cerrado una puerta.

Silencio.

El ruido de un trueno.

De la niebla, a cien metros de distancia, salió el Tyrannosaurus rex.

-Jesucristo -murmuró Eckels.

-¡Chist!

Venía a grandes trancos, sobre patas aceitadas y elásticas. Se alzaba diez metros por encima de la mitad de los árboles, un gran dios del mal, apretando las delicadas garras de relojero contra el oleoso pecho de reptil. Cada pata inferior era un pistón, quinientos kilos de huesos blancos, hundidos en gruesas cuerdas de músculos, encerrados en una vaina de piel centelleante y áspera, como la cota de malla de un guerrero terrible. Cada muslo era una tonelada de carne, marfil y acero. Y de la gran caja de aire del torso colgaban los dos brazos delicados, brazos con manos que podían alzar y examinar a los hombres como juguetes, mientras el cuello de serpiente se retorcía sobre sí mismo. Y la cabeza, una tonelada de piedra esculpida que se alzaba fácilmente hacia el cielo, En la boca entreabierta asomaba una cerca de dientes como dagas. Los ojos giraban en las órbitas, ojos vacíos, que nada expresaban, excepto hambre. Cerraba la boca en una mueca de muerte. Corría, y los huesos de la pelvis hacían a un lado árboles y arbustos, y los pies se hundían en la tierra dejando huellas de quince centímetros de profundidad. Corría como si diese unos deslizantes pasos de baile, demasiado erecto y en equilibrio para sus diez toneladas. Entró fatigadamente en el área de sol, y sus hermosas manos de reptil tantearon el aire.

-¡Dios mío! -Eckels torció la boca-. Puede incorporarse y alcanzar la luna.

-¡Chist! -Travis sacudió bruscamente la cabeza-. Todavía no nos vio.

-No es posible matarlo. -Eckels emitió con serenidad este veredicto, como si fuese indiscutible. Había visto la evidencia y ésta era su razonada opinión. El arma en sus manos parecía un rifle de aire comprimido-. Hemos sido unos locos. Esto es imposible.

-¡Cállese! -siseó Travis.

-Una pesadilla.

-Dé media vuelta -ordenó Travis-. Vaya tranquilamente hasta la máquina. Le devolveremos la mitad del dinero.

-No imaginé que sería tan grande -dijo Eckels-. Calculé mal. Eso es todo. Y ahora quiero irme.

-¡Nos vio!

-¡Ahí está la pintura roja en el pecho!

El Lagarto del Trueno se incorporó. Su armadura brilló como mil monedas verdes. Las monedas, embarradas, humeaban. En el barro se movían diminutos insectos, de modo que todo el cuerpo parecía retorcerse y ondular, aun cuando el monstruo mismo no se moviera. El monstruo resopló. Un hedor de carne cruda cruzó la jungla.

-Sáquenme de aquí -pidió Eckels-. Nunca fue como esta vez. Siempre supe que saldría vivo. Tuve buenos guías, buenos safaris, y protección. Esta vez me he equivocado. Me he encontrado con la horma de mi zapato, y lo admito. Esto es demasiado para mí.

-No corra -dijo Lesperance-. Vuélvase. Ocúltese en la Máquina. -Sí.

Eckels parecía aturdido. Se miró los pies como si tratara de moverlos. Lanzó un gruñido de desesperanza.

-¡Eckels!

Eckels dio unos pocos pasos, parpadeando, arrastrando los pies. -¡Por ahí no!

El monstruo, al advertir un movimiento, se lanzó hacia adelante con un grito terrible. En cuatro segundos cubrió cien metros. Los rifles se alzaron y llamearon. De la boca del monstruo salió un torbellino que los envolvió con un olor de barro y sangre vieja. El monstruo rugió con los dientes brillantes al sol.

Eckels, sin mirar atrás, caminó ciegamente hasta el borde del Sendero, con el rifle que le colgaba de los brazos. Salió del Sendero, y caminó, y caminó por la jungla. Los pies se le hundieron en un musgo verde. Lo llevaban las piernas, y se sintió solo y alejado de lo que ocurría atrás.

Los rifles dispararon otra vez. El ruido se perdió en chillidos y truenos. La gran palanca de la cola del reptil se alzó sacudiéndose. Los árboles estallaron en nubes de hojas y ramas. El monstruo retorció sus manos de joyero y las bajó como para acariciar a los hombres, para partirlos en dos, aplastarlos como cerezas, meterlos entre los dientes y en la rugiente garganta. Sus ojos de canto rodado bajaron a la altura de los hombres, que vieron sus propias imágenes. Dispararon sus armas contra las pestañas metálicas y los brillantes iris negros.

Como un ídolo de piedra, como el desprendimiento de una montaña, el Tyrannosaurus cayó. Con un trueno, se abrazó a unos árboles, los arrastró en su caída. Torció y quebró el Sendero de Metal. Los hombres retrocedieron alejándose. El cuerpo golpeó el suelo, diez toneladas de carne fría y piedra. Los rifles dispararon. El monstruo azotó el aire con su cola acorazada, retorció sus mandíbulas de serpiente, y ya no se movió. Una fuente de sangre le brotó de la garganta. En alguna parte, adentro, estalló un saco de fluidos. Unas bocanadas nauseabundas empaparon a los cazadores. Los hombres se quedaron mirándolo, rojos y resplandecientes.

El trueno se apagó.

La jungla estaba en silencio. Luego de la tormenta, una gran paz. Luego de la pesadilla, la mañana.

Billings y Kramer se sentaron en el sendero y vomitaron. Travis y Lesperance, de pie, sosteniendo aún los rifles humeantes, juraban continuamente.

En la Máquina del Tiempo, cara abajo, yacía Eckels, estremeciéndose. Había encontrado el camino de vuelta al Sendero y había subido a la Máquina. Travis se acercó, lanzó una ojeada a Eckels, sacó unos trozos de algodón de una caja metálica y volvió junto a los otros, sentados en el Sendero.

-Límpiense.

Limpiaron la sangre de los cascos. El monstruo yacía como una loma de carne sólida. En su interior uno podía oír los suspiros y murmullos a medida que morían las más lejanas de las cámaras, y los órganos dejaban de funcionar, y los líquidos corrían un último instante de un receptáculo a una cavidad, a una glándula, y todo se cerraba para siempre. Era como estar junto a una locomotora estropeada o una excavadora de vapor en el momento en que se abren las válvulas o se las cierra herméticamente. Los huesos crujían. La propia carne, perdido el equilibrio, cayó como peso muerto sobre los delicados antebrazos, quebrándolos.

Otro crujido. Allá arriba, la gigantesca rama de un árbol se rompió y cayó. Golpeó a la bestia muerta como algo final.

-Ahí está- Lesperance miró su reloj-. Justo a tiempo. Ese es el árbol gigantesco que originalmente debía caer y matar al animal.

Miró a los dos cazadores: ¿Quieren la fotografía trofeo?

-¿Qué?

-No podemos llevar un trofeo al futuro. El cuerpo tiene que quedarse aquí donde hubiese muerto originalmente, de modo que los insectos, los pájaros y las bacterias puedan vivir de él, como estaba previsto. Todo debe mantener su equilibrio. Dejamos el cuerpo. Pero podemos llevar una foto con ustedes al lado.

Los dos hombres trataron de pensar, pero al fin sacudieron la cabeza. Caminaron a lo largo del Sendero de metal. Se dejaron caer de modo cansino en los almohadones de la Máquina. Miraron otra vez el monstruo caído, el monte paralizado, donde unos raros pájaros reptiles y unos insectos dorados trabajaban ya en la humeante armadura.

Un sonido en el piso de la Máquina del Tiempo los endureció. Eckels estaba allí, temblando.

-Lo siento -dijo al fin.

-¡Levántese! -gritó Travis.

Eckels se levantó.

-¡Vaya por ese sendero, solo! -agregó Travis, apuntando con el rifle-. Usted no volverá a la Máquina. ¡Lo dejaremos aquí!

Lesperance tomó a Travis por el brazo. -Espera...

-¡No te metas en esto! -Travis se sacudió apartando la mano-. Este hijo de perra casi nos mata. Pero eso no es bastante. Diablo, no. ¡Sus zapatos! ¡Míralos! Salió del Sendero. ¡Dios mío, estamos arruinados Cristo sabe qué multa nos pondrán. ¡Decenas de miles de dólares! Garantizamos que nadie dejaría el Sendero. Y él lo dejó. ¡Oh, condenado tonto! Tendré que informar al gobierno. Pueden hasta quitarnos la licencia. ¡Dios sabe lo que le ha hecho al tiempo, a la Historia!

-Cálmate. Sólo pisó un poco de barro.

-¿Cómo podemos saberlo? -gritó Travis-. ¡No sabemos nada! ¡Es un condenado misterio! ¡Fuera de aquí, Eckels!

Eckels buscó en su chaqueta.

-Pagaré cualquier cosa. ¡Cien mil dólares!

Travis miró enojado la libreta de cheques de Eckels y escupió.

-Vaya allí. El monstruo está junto al Sendero. Métale los brazos hasta los codos en la boca, y vuelva.

-¡Eso no tiene sentido!

-El monstruo está muerto, cobarde bastardo. ¡Las balas! No podemos dejar aquí las balas. No pertenecen al pasado, pueden cambiar algo. Tome mi cuchillo. ¡Extráigalas!

La jungla estaba viva otra vez, con los viejos temblores y los gritos de los pájaros. Eckels se volvió lentamente a mirar al primitivo vaciadero de basura, la montaña de pesadillas y terror. Luego de un rato, como un sonámbulo, se fue, arrastrando los pies.

Regresó temblando cinco minutos más tarde, con los brazos empapados y rojos hasta los codos. Extendió las manos. En cada una había un montón de balas. Luego cayó. Se quedó allí, en el suelo, sin moverse.

-No había por qué obligarlo a eso - dijo Lesperance.

-¿No? Es demasiado pronto para saberlo. -Travis tocó con el pie el cuerpo inmóvil.

-Vivirá. La próxima vez no buscará cazas como ésta. Muy bien. -Le hizo una fatigada seña con el pulgar a Lesperance-. Enciende. Volvamos a casa. 1492. 1776. 1812.

Se limpiaron las caras y manos. Se cambiaron las camisas y pantalones. Eckels se había incorporado y se paseaba sin hablar. Travis lo miró furiosamente durante diez minutos.

-No me mire -gritó Eckels-. No hice nada.

-¿Quién puede decirlo?

-Salí del sendero, eso es todo; traje un poco de barro en los zapatos. ¿Qué quiere que haga? ¿Que me arrodille y rece?

-Quizá lo necesitemos. Se lo advierto, Eckels. Todavía puedo matarlo. Tengo listo el fusil.

-Soy inocente. ¡No he hecho nada!

1999, 2000, 2055.

La máquina se detuvo.

-Afuera -dijo Travis.

El cuarto estaba como lo habían dejado. Pero no de modo tan preciso. El mismo hombre estaba sentado detrás del mismo escritorio. Pero no exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio.

Travis miró alrededor con rapidez.

-¿Todo bien aquí? -estalló.

-Muy bien. ¡Bienvenidos!

Travis no se sintió tranquilo. Parecía estudiar hasta los átomos del aire, el modo como entraba la luz del sol por la única ventana alta.

-Muy bien, Eckels, puede salir. No vuelva nunca.

Eckels no se movió.

-¿No me ha oído? -dijo Travis-. ¿Qué mira?

Eckels olía el aire, y había algo en el aire, una sustancia química tan sutil, tan leve, que sólo el débil grito de sus sentidos subliminales le advertía que estaba allí. Los colores blanco, gris, azul, anaranjado, de las paredes, del mobiliario, del cielo más allá de la ventana, eran... eran... Y había una sensación. Se estremeció. Le temblaron las manos. Se quedó oliendo aquel elemento raro con todos los poros del cuerpo. En alguna parte alguien debía de estar tocando uno de esos silbatos que sólo pueden oír los perros. Su cuerpo respondió con un grito silencioso. Más allá de este cuarto, más allá de esta pared, más allá de este hombre que no era exactamente el mismo hombre detrás del mismo escritorio..., se extendía todo un mundo de calles y gente. Qué suerte de mundo era ahora, no se podía saber. Podía sentirlos cómo se movían, más allá de los muros, casi, como piezas de ajedrez que arrastraban un viento seco...

Pero había algo más inmediato. El anuncio pintado en la pared de la oficina, el mismo anuncio que había leído aquel mismo día al entrar allí por vez primera.

De algún modo el anuncio había cambiado.

SEFARI EN EL TIEMPO. S. A. SEFARIS A KUALKUIER AÑO DEL PASADO USTE NOMBRA EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEBAMOS AYI. USTE LO MATA.

Eckels sintió que caía en una silla. Tanteó insensatamente el grueso barro de sus botas. Sacó un trozo, temblando.

-No, no puede ser. Algo tan pequeño. No puede ser. ¡No!

Hundida en el barro, brillante, verde, y dorada, y negra, había una mariposa, muy hermosa y muy muerta.

-¡No algo tan pequeño! ¡No una mariposa! -gritó Eckels.

Cayó al suelo una cosa exquisita, una cosa pequeña que podía destruir todos los equilibrios, derribando primero la línea de un pequeño dominó, y luego de un gran dominó, y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través del tiempo. La mente de Eckels giró sobre si misma. La mariposa no podía cambiar las cosas. Matar una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía?

Tenía el rostro helado. Preguntó, temblándole la boca:

- ¿Quién... quién ganó la elección presidencial ayer?

El hombre detrás del mostrador se rió.

-¿Se burla de mí? Lo sabe muy bien. ¡Deutscher, por supuesto! No ese condenado debilucho de Keith. Tenemos un hombre fuerte ahora, un hombre de agallas. ¡Sí, señor! -El oficial calló-. ¿Qué pasa?

Eckels gimió. Cayó de rodillas. Recogió la mariposa dorada con dedos temblorosos.

-¿No podríamos -se preguntó a sí mismo, le preguntó al mundo, a los oficiales, a la Máquina,- no podríamos llevarla allá, no podríamos hacerla vivir otra vez? ¿No podríamos empezar de nuevo? ¿No podríamos...?

No se movió. Con los ojos cerrados, esperó estremeciéndose. Oyó que Travis gritaba; oyó que Travis preparaba el rifle, alzaba el seguro, y apuntaba.

El ruido de un trueno.-

Cuento original de Ray Bradbury


3. Lectura en Chile


Más aún, el nivel de lectura en Chile, en términos de cantidad de lectores, está bajo el nivel “normal” para nuestra grado de desarrollo económico. Si nos concentrarnos en la población lectora, sin embargo la evidencia disponible muestra que, relativo a otros países, ésta posee una frecuencia promedio de lectura de libros que se encuentra sólo levemente por debajo de lo “normal” dado el nivel de desarrollo económico del país. En Chile hay pacos lectores, pero aquellas que leen lo hacen con una frecuencia de lectura “normal”.

Adicionalmente, los resultados de diversas pruebas internacionales de alfabetización y comprensión lectora han mostrado consistentemente que la población chilena posee bajos niveles de comprensión y desempeño productivo a la hora de enfrentarse a documentos escritos, información cuantitativa o incluso a documentos simples como pequeños manuales de instrucciones. Según la encuesto IALS, por ejemplo, el 85% de la población chilena puede, a lo más, lidiar con textos simples, sin que la lectura sea para ellos una herramienta productiva. Probablemente lo más dramático es que si sólo se considera la población más educada - aquella que ha cumplido con éxito la educación terciaria - las diferencias do desempeño entre Chile y el resto de los países de la muestra son aún más notorias. Nuestra elite educacional está muy por detrás de la de países comparables. Esta es una seria desventaja en un mundo crecientemente globalizado.

Fuente: Plan nacional de fomento de la lectura.

Conteste en su cuaderno, basado en el texto, las siguientes preguntas:

1.- ¿Cuál es la idea principal del texto?

2.- ¿Por qué razón nuestro actual nível de lectura en Chile es una desventaja en el mundo globalizado?

3.- ¿Por qué cree que al común de los chilenos no les agrada leer?

4.- Indique cómo cree usted que la asignatura de lenguaje influye en la disposición de los chilenos a la lectura?

5. -Indique en el segundo párrafo el significado de la palabra "consistentemente".

6.- ¿Por qué razón la mayoría de los chilenos no valora como útil y necesario poseer una buena comprensión lectora?

7.- ¿La comprensión lectora y capacidad de redacción lograda por usted hasta el momento, qué papel han jugado en su vida laboral? Relate un suceso relacionado.

2. Capacidades no desarrolladas o al mínimo

Analfabetos funcionales podrían llegar a los 4 millones en Chile (Extracto de www.chilecalifica.cl)

El 95,7% de los chilenos saben leer y escribir, lo que acerca a nuestro país a ser declarado libre de analfabetismo. Sin embargo hay un grupo de personas que -si bien- aprendieron estas operaciones básicas no pueden aplicarlas en su vida cotidiana. Son los analfabetos funcionales. Con certeza hay más de un millón de ellos, pero podrían ser cuatro millones.

No pueden leer esta nota, ayudar a sus hijos en sus tareas escolares ni ejercer sus derechos ciudadanos o políticos. Están condenados a un rincón de la sociedad. Son los que no saben leer ni escribir, los analfabetos absolutos, que en el mundo son 776 millones de adultos y en Chile 480.865 personas: el 4,3% de la población mayor de 15 años, según datos del censo de 2002

Chile pasó de tener un 11,7% de analfabetos en 1970 a un 4,3% en el 2002 y a pesar de los avances, está detrás de países como Cuba (0,2%), Uruguay (2,3%) o Argentina(2,7%), todos con menos de un 3%:la barrera que establece la entidad internacional para declarar a un país “libre de analfabetismo”.

El Ministerio de Educación (Mineduc) considera nuestra cifra como residual, no obstante trabaja para superarla a través de campañas de alfabetización (analfabetos absolutos) que llegan a unas 15 mil personas anualmente. “Siguiendo y aumentando la cobertura de la campaña, se calcula que en cuatro años más, Chile podrá tener menos de un 3% de analfabetismo”, estima María Isabel Infante, encargada de educación de adultos del Mineduc.

Sin embargo, nuestro país presenta un desafío mayor en la materia (que debe resolver antes que el analfabetismo digital): los analfabetos funcionales. Se trata de las personas que aprendieron a leer y escribir en niveles muy básicos (con tres, seis o nueve años de escolaridad dependiendo del país y el contexto), pero que sus competencias no son suficientes para utilizar la lectura, la escritura y el cálculo matemático en distintos dominios de la vida social, familiar y en el ejercicio de la ciudadanía, “careciendo de aspectos relevantes para su identidad y su inserción social”, según explica Alfredo Astorga, especialista regional de educación de Unesco en Chile.

Nivel muy limitado

Aunque tanto en Unesco como en el Mineduc afirman que es difícil cifrar la cantidad de analfabetos funcionales que puede tener un país, datos que manejan ambos organismos indican que en Chile, aproximadamente 1 millón 200 mil personas mayores de 15 años tienen tres años o menos de escolaridad. La cifra incluye a los 480.865 analfabetos absolutos, pero también a 691.059 personas alfabetizadas, pero con un manejo muy precario de la lengua escrita y las operaciones matemáticas básicas. Ellos son analfabetos funcionales, según la definición de Unesco.

Ahora, si se lleva la cifra al piso mínimo que se impone el país -12 años de educación obligatoria, establecida ésta como la base para lograr las capacidades para saber desenvolverse en la sociedad- la cifra sorprende con 4 millones de personas que no completan dicha instrucción.

Según el informe de la Unesco “De la alfabetización al aprendizaje a lo largo de toda la vida: Tendencias, temas y desafíos de la educación de personas jóvenes y adultas en América” (2009), los programa de educación de adultos, en todas sus modalidades, atendían a 200 mil personas en nuestro país el año pasado, lo que significa para el organismo que “a ese ritmo en 20 años recién podría cubrir esa cantidad de gente” .

Astorga sostiene que “ellos quizá tienen un primer mapa para orientarse, pero no mucho más. Pueden resolver algunas operaciones, manejar dinero, pero con un nivel muy limitado. Se mueve por sobrevivencia, pero no puede acceder a una participación más específica”, afirma.

Sin embargo no es posible saber si la totalidad de ellos son analfabetos funcionales, pues es necesario un conjunto de pruebas y evaluaciones complejas para llegar a esa certeza, que son costosas y de difícil aplicación. “No hay mecanismos para una medición precisa, sin embargo, “se suele calcular tomando como dato aproximado un número de años de escolaridad: cuatro, seis o diez según el contexto del país” y agrega que por ello a nivel internacional se están impulsando nuevas metodologías de medición como el Programa de Evaluación y Monitoreo de la Alfabetización (LAMP).

En base al texto contesta en tu cuaderno las siguientes preguntas:

1.- ¿Cuál es la idea principal del texto?

2.- ¿De acuerdo al texto, quienes son los analfabetos funcionales?

3.- ¿Cuál es la diferencia entre analfabetismo funcional y analfabetismo digital?

4.- Explique la aparente contradicción en las cifras del texto que indica que en Chile el 95,7 % sabe leer y escribir, pero sin embargo podrían existir hasta cuatro millones de analfabetos funcionales?

5.- ¿Qué medidas sugieres a la autoridad competente para disminuir la garan cantidad de analfabetos funcionales?

6.- ¿Qué medidas personales desarrollas o harías para no convertirte en un analfabeto funcional?

7.- ¿Qué valor le asignas a la asignatura de lenguaje antes llamada castellano?







1. Contenidos de estudio


Comunicación oral
? ? Participación en situaciones de interacción comunicativa oral, sobre temas de interés para el grupo, dando oportunidad para:
? ? la selección de información pertinente y la comunicación clara y fluida de ella. la recepción atenta y respetuosa de lo comunicado por los demás;
? ? la identificación y evaluación de los aportes informativos de los participantes, y la formación de una opinión propia;
? ? el reconocimiento y uso apropiado de los recursos paraverbales y no verbales en la expresión oral y, en general, de estrategias para captar y mantener la atención del auditorio;
? ? la identificación de algunos actos de habla.

Comunicación escrita
? ? Lectura de textos escritos producidos en situaciones habituales de interacción comunicativa y expositivos para percibir:
? ? la variedad de tipos de textos escritos;
? ? las estructuras básicas, los recursos verbales y no verbales utilizados.
? ? Producción de textos escritos expositivos y textos correspondientes a situaciones habituales de interacción comunicativa, dando oportunidad para:
? ? la elaboración de una variedad de textos, como cartas, documentos públicos, oficiales y administrativos;
? ? la aplicación de principios, elementos, y recursos de composición de los textos que aseguren su eficacia comunicativa;
? ? el fortalecimiento del manejo de elementos básicos de la gramática textual y oracional, que incluye el manejo de ortografía literal y puntual, la acentuación; y elementos de morfología (el verbo y su conjugación), de sintaxis (estructura básica de la oración) y de organización textual.

Literatura
? ? Lectura de textos literarios de diferentes géneros (lírico, dramático y narrativo), épocas y culturas, cuyos temas se relacionen con experiencias, preocupaciones e intereses de los alumnos y alumnas y en las que se configuren mundos literarios de diversos tipos, dando oportunidad para:
? ? la identificación de temas de interés en las obras leídas, y su detección en otras formas y modos de expresión y comunicación;
? ? la comparación de los mundos creados en las obras leídas con el mundo en que vivimos, manifestado en otras obras artísticas y en las imágenes que entregan los medios masivos de comunicación social y la publicidad;
? ? el reconocimiento de los componentes constitutivos básicos y distintivos de las obras literarias en cuanto creaciones de lenguaje;
? ? la comparación de obras de distinto género literario;
? ? la apreciación del valor de la literatura como medio de expresión y comprensión
de variados temas y problemas humanos.
? ? Comprensión e interpretación de las obras literarias en relación con el contexto histórico, cultural , social, político e ideológico en que se producen, motivando la selección en diversas fuentes de información de antecedentes sobre autores, épocas, contextos históricos y culturales en que se escribieron las obras literarias leídas.
? ? Creación de textos breves de intención literaria (relatos, poemas, diálogos...).

Medios masivos de comunicación
? ? Participación activa en la recepción de manifestaciones de los medios masivos centradas en la exposición de ideas, hechos, informaciones o en la creación de diversos tipos de mundo, dando oportunidad para:
? ? el reconocimiento de la variedad de propósitos y efectos que pretenden
producir en el receptor (entretener, informar, plantear ideas, convencer, crear u
orientar opinión, hacer publicidad o propaganda);
? ? la comparación de informaciones y versiones de un mismo hecho entregadas
por diferentes medios, estableciendo similitudes y diferencias y proponiendo
explicaciones para ellas.
? ? Participación en la producción de algunos de los tipos de manifestaciones
propios de los medios masivos de comunicación, dando oportunidad para la
aplicación, en creaciones personales, de elementos y recursos propios de
crónicas, noticiarios, reportajes en su manifestación escrita, radial o televisiva;
o en la creación de guiones de escenas posibles de ser grabadas o montadas
para su difusión radial o televisiva.